Biodiversidad, vida silvestre, animales de cría, y Covid 19



Una nota interesante apareció en
El ecólogo entrevistado argumentó sobre la influencia de la degradación de ambientes naturales en la aparición de virus, como este actual SARS-CoV-2. A su parecer, al disminuir la diversidad de especies la carga viral aumenta en cada una y entonces también aumentan las posibilidades de transmisión. A mi parecer, puede ser una explicación en cierto modo ingenua, en donde a lo menos se pasa por alto la enorme capacidad adaptativa de los distintos organismos, virus y bacterias. Pero hay algo adicional que limita su argumentación, y es el hecho de que pone de ejemplo el comercio de animales salvajes y no contempla el comercio de animales de cría, miles de millones de veces mayor.

Una fotografía en la nota muestra tres gansos enjaulados compartiendo un plato de comida, y el argumento es que estos animales silvestres se estresan por el maltrato y entonces aumentan la carga viral y propagación del virus. Excluye del análisis los miles de millones de pollos enjaulados y estresados, en comparación con unos pocos animales en un mercado. Excluyó los cerdos y los pollos comerciales, cuando ya en otras oportunidades han sido afectados por virus que después se transmitieron a los humanos. El SARS-CoV-2 se llama “2” porque fue precedido por el SARS-CoV, año 2003, un virus originado en animales de cría y que pasó a los humanos, también la Gripe Aviar (H5N1) y la versión en cerdos H1N1. Van ya demasiados virus muy peligrosos en 20 años de este siglo, que pasaron por animales de cría comerciales, con incidencia mayor en centros urbanos, como para en este Covid-19 distraerse con la biodiversidad fuera de las ciudades, aunque sin duda por otros motivos es muy importante.

En el mismo periódico se informó en 2019 de una pandemia en cerdos en Asia

Aparentemente la epidemia de ese virus comenzó en Vietnam y en poco tiempo se expandió a China, donde creó una crisis de abastecimiento y subida de precios por la dependencia que se tiene de la carne de cerdo en ese país. Noten las fechas, comenzó en abril de 2019 y continuó hasta septiembre/octubre, y ¿qué aparición extraña hubo en noviembre/diciembre? Un nuevo SARS. No especulo ni aseguro nada, pero surgen preguntas: ¿es creíble el relato de los murciélagos cuando tenemos a los animales de cría en inmensamente mayores cantidades y mucho más en contacto con humanos? Permanente contacto con humanos que los alimentan, limpian, transportan, matan, descuartizan, trocean, les pegan el precio, venden, cocinan. ¿Es creíble lo de los mercados raros y minoritarios en vista de los antecedentes que ya se tienen de los virus de 2003, 2008 y 2013? Si no fuese cierto y si estuviesen implicados los cerdos o los pollos, el relato de los mercados silvestres puede transformarse en una mentira global, bienvenida y alimentada por fuertes intereses de casi todos los países. La industria cárnica es global y parte importante del PIB de casi todos los países.

Por otro lado, me parece notable que a alguien que trabaja en ecología se le ocurra poner el mayor énfasis en el ambiente y la biodiversidad, que sí se encuentra bajo presión humana, sin dudas, o que apunte a jaulas en pequeños mercados, y no pueda visualizar y verbalizar el desastre de los miles de millones de animales criados en condiciones mucho peores, porque no solamente pasaron sus últimos días en jaulas en un mercado, sino su vida entera en confinamientos hacinados, estresados, enfermos, psicóticos. Estos aspectos sí los menciona el ecólogo de la nota para los animales silvestres. Pero ¡¡olvidó los de cría!! Además, existe amplio consenso científico en que la cría de animales con los métodos y en los niveles actuales es una de las mayores amenazas para la biodiversidad.

Más allá de esta discusión, la crisis Covid-19 nos da la posibilidad de replantearse el consumo excesivo de productos de origen animal, no digo ir al vegetarianismo masivo, sino algo más sencillo, bajar el consumo, hacer reemplazos de una parte de los alimentos. Ya la OMS hace años viene advirtiendo de los riesgos en cáncer y enfermedades cardíacas de consumir fiambres, los que son en su mayoría hechos con carne y grasa de cerdo.

Una reducción en el consumo de todos los alimentos de origen animal haría muy bien al medio ambiente; es bien sabido su alto impacto en el cambio climático y en la contaminación de suelo y agua. Además se vería beneficiada la salud de las personas al mismo tiempo, y a la vez disminuiría el sufrimiento de esos animales, su hacinamiento y las probabilidades de tener más mutaciones de virus peligrosos para el ser humano. Una sola acción, bajar el consumo, tendría muchísimos beneficios. Fue una lástima que el ecólogo entrevistado, que tiene llegada a un periódico muy leído, estuviese tan focalizado en la especificidad de sus investigaciones en biodiversidad, y perdiera la oportunidad de explicar un tema ecológico clave en el cambio global. A veces, no siempre, “el árbol tapa la visión del bosque”.

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